EXPRESIÓN
CORPORAL:
Las rondas permiten que los niños
conozcan su esquema corporal, lo interioricen.
Cuando los niños giran, cruzan,
caminan de lado, dan una media vuelta y una vuelta entera, están realizando
movimientos que exigen equilibrio, coordinación psicomotriz. Al formar una
ronda aprenden a relacionar su cuerpo con el espacio físico, a ubicarse, guardar
distancia.
EXPRESIÓN
ORAL:
Al cantar, reír y jugar en las
rondas el niño expresa de modo espontáneo sus emociones, vivencias,
sentimientos e ideas, a la vez que se familiariza con los juegos y rondas
tradicionales de su entorno.
EXPRESIÓN
MUSICAL:
Otra de las funciones básicas que
el niño desarrolla al cantar y mover su cuerpo siguiendo sonidos y ritmos, con
pausas y contrastes, es su aptitud rítmica. El ritmo es tan importante en el
niño porque le permite ejecutar danzas, juegos, canciones, e incluso expresarse
rítmicamente en el lenguaje oral, que luego será escrito. El ritmo estará
presente en el aprendizaje de la lecto-escritura, cuando separe sílabas, cuando
forme palabras, cuando reconozca las sílabas tónicas.
RELACIONES
LÓGICO MATEMÁTICAS:
Por ejemplo, cuando el niño juega
a la ronda del “Lobo feroz”, trabaja las relaciones lógico matemáticas cuando
le pregunta al lobo (que está lejos) ¿qué estás haciendo lobito?, cuando el
lobo sale a comer el niño sabe que el lobo está más cerca, en la loca carrera
por huir del lobo el niño toma conciencia de nociones espaciales básicas:
cerca-lejos, arriba-abajo, delante-detrás.
Cuando camina de lado haciendo la
ronda del “Felipito Felipón”, al cruzar la pierna derecha por encima de la
izquierda, al girar hacia la derecha, al girar a la izquierda, está reforzando
su noción de lateralidad en relación con su propio cuerpo y con el de los
compañeros.
IDENTIDAD,
AUTONOMÍA PERSONAL Y DESARROLLO SOCIAL:
En las rondas y juegos
tradicionales, al jugar al “Las ollitas”, al “Matantiru Tirulán”, cuando
“salva” a sus compañeros de ser llevados por el “diablo con los diez mil
cachos”, cuando espera su turno para ser el lobo, el niño está practicando
normas de relación y convivencia, aprendiendo a esperar su turno, a compartir
sus juegos con todos, a no discriminar, a ser paciente con los más pequeños,
con los que no corren tan rápido. Aprende a amar a los demás, porque con ellos
ha jugado y reído.
En las rondas y juegos el niño
adquiere confianza y seguridad en sí mismo, se va conociendo, acepta sus
propios fracasos, aprende a perder, aprende a vivir.
Rondas
y juegos grupales
Las rondas fomentan en los niños
lo grupal, respetando turnos, colaborando con el que no sabe qué movimientos se
van a hacer mediante el modelo de imitación que tanto influye en la infancia.
Las rondas son cantos rítmicos
que se acompañan de una danza, casi siempre de disposición circular, con gran
carácter ritual, que recuerdan a la época en que las comunidades se reunían
para hacer invocaciones a la naturaleza o alguna otra clase de ruegos. Muchas
rondas infantiles han sido criticadas por exigentes y hasta crueles, en el
sentido de engendrarles miedo a los chicos, inculcarles valores estrictos, etc.
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